Recuerdo con cariño y ternura las muchas horas que pasé en el aula de informática de mi instituto, como nuestro profesor nos dejaba navegar libremente por la web cuando hubiéramos acabado nuestras tareas. Aunque hay que reconocer que nos metíamos de todas maneras estuvieran hechos o no los trabajos. Eso se traduce en muchas horas jugando a juegos Flash, ya tristemente desaparecido, en páginas como Newgrounds o similares. Un género que solo se veía en juegos Flash eran los juegos de estrategia tipo “tira-y-afloja”. Eran juegos en 2D, en los cuales ibas sacando unidades y estas se movían solas hasta la otra punta del mapa, atacando enemigos por el camino. Muy sencillo, pero muy entretenido. Warpips revive ese género y lo eleva a cotas nunca antes alcanzadas. Dentro de este género tan nicho, Warpips es con diferencia el ejemplar definitivo.
Hecho por el estudio Skirmish Mode Games, compuesto por ex-desarrolladores de Subnautica, Warpips evoluciona y perfecciona este género tan olvidado. Tomaremos el control del Ejército de los Pipestados Combinados, invadiremos la nación isleña de Petrolistán y lucharemos contra todo aquel que se nos oponga. Y en eso se resume la historia, no hay mucho más que contar ni falta que hace. Aquellos juegos Flash no la tenían, y teniendo en cuenta que Warpips es todo un homenaje a dichos juegos, no esperábamos que la cosa fuese distinta.
Larga vida a los Pipestados
Aparte de un más que necesario tutorial, al abrir Warpips nos encontraremos con tres modos de juego. El primero y principal, el modo campaña, nos hará recorrer cuatro islas generadas proceduralmente, conquistando cada una de sus provincias. Tras ganar una batalla, se nos recompensará con cartas de unidad que podremos utilizar en batallas posteriores, al igual que dinero para comprar cartas en la tienda que tenemos disponible y recursos para obtener mejoras globales para nuestras tropas. ¡Pero ojo! Por cada victoria, el enemigo se irá haciendo cada vez más fuerte, y si se llena la barra de amenaza, todas sus tropas se convertirán en élites. Eso nos provocará un dilema, y tendremos que tomar una decisión. ¿Atacar todas la provincias para conseguir cartas y recursos, a costa de un enemigo cada vez más poderoso? ¿O ir directamente a la capital de la isla y aprovechar la debilidad de nuestros rivales?
El segundo modo de juego es el modo infinito. Como su nombre indica, nos tendremos que enfrentar a oleadas de enemigos cada vez más poderosas hasta que caigamos. Podremos escoger uno de los múltiples escenarios a nuestra disposición, y tendremos un número limitado de créditos para crear nuestra mano de 8 cartas con las cuales nos enfrentaremos a las hordas enemigas. El tercer y último modo de juego es el modo aleatorio. Al seleccionarlo, iremos directamente a un escenario al azar y con cartas a voleo. Es un modo sumamente interesante que nos obligará a aprovechar las cartas que tengamos a nuestra disposición. Eso también significa que nos tocará usar cartas que no solemos utilizar, buscarles nuevos usos e incluso descubrir nuevos combos de cartas.
Aquí tienes tu fusil, ahí tienes el enemigo, a trabajar
Una vez en el fragor de la batalla, la jugabilidad de Warpips será a primera vista sumamente sencilla, aunque tiene unos cuantos elementos que lo separan de sus congéneres. Tendremos a nuestra disposición hasta 8 cartas, las cuales pueden ser unidades, habilidades o construcciones. No entraremos a listar cada carta, pero la variedad es extrema y nos encontraremos desde humildes fusileros hasta tanques pasando por francotiradores. Desde barricadas de sacos de arena que protegerán nuestras tropas, hasta explotaciones petrolíferas que nos regarán con dinero pasando por letales torretas. Desde bombas de humo que cubrirán nuestras tropas de la vista del enemigo, hasta ataques aéreos con bombarderos pasando por salvas de misiles que dejarán marca en el escenario.
Cada poco tiempo iremos recibiendo créditos de manera automática, que podremos aumentar con ciertos edificios o habilidades. Al matar enemigos, iremos obteniendo experiencia, y los niveles que ganemos se podrán aprovechar de tres maneras. Por un lado podremos aumentar el nivel de nuestras tropas, lo cual harán que luchen mejor u obtengan varias habilidades. También podremos gastar niveles para conseguir una inmediata inyección de dinero, muy útil si tenemos al enemigo a las puertas. Finalmente podremos aumentar el límite de unidades, hasta un máximo de 28. Y no solo obtendremos experiencia al matar enemigos, también sus muertes servirán para rellenar la barra de mando. Esta se podrá gastar mandando a nuestras tropas cargar (más precisión y más velocidad de movimiento) o mandarles que se resguarden (más alcance de tiro y más defensa). Usar estas habilidades cuando la cosa se pone fea será la clave para nuestra victoria.
El color de la guerra
En la parte inferior de la pantalla tendremos una barra con el progreso de la oleada enemiga. Dependiendo del color de la barra vendrán mayor o menor cantidad de enemigos, y en ciertas secciones nos vendrán hordas de enemigos que tendremos que capear. Por si fuera poco, al iniciarse una nueva ronda los enemigos se vuelven más fuertes, lo cual nos anima a terminar la batalla lo antes posible. El objetivo es siempre el mismo (exceptuando el modo infinito): la destrucción de la base enemiga, mientras intentamos proteger la nuestra. Si hay algo que echamos de menos en Warpips, es algún modo multijugador. A día de hoy, y tras haber salido recientemente de Early Access, el juego es únicamente para un solo jugador. También estaría fenomenal poder jugar con el ejército enemigo, ya que no hace uso de las mismas unidades que nosotros.
Gráficamente está lejos de ser un portento, pero es no quita que sus gráficos tienen un encanto que rara vez vemos. Combina a la perfección unos gráficos low-poly para el escenario y los vehículos, con un excelente pixel art para la infantería. Los distintos efectos son excelentes, con explosiones tan grandes que provocan que el tiempo se ralentice y la interfaz se tambalee. Por supuesto, el escenario sufrirá cambios durante la batalla: coches saliendo por los aires, cuerpos por doquier y cráteres allá donde caiga algún misil. Las unidades están bien diferenciadas, y podremos identificarlas con facilidad incluso si hace zoom al máximo. Si que echamos de menos algún tipo de barra de vida, ya que ahora mismo es imposible saber cuanto daño a recibido una unidad y si está a punto de irse al otro barrio.
Oda a la tradición
No podemos considerar completo este análisis sin antes mencionar la absoluta maravilla que es la banda sonora. Compuesta por el virtuoso Chris Garcia, han sido sin duda sus temas lo que más nos han impresionado en Warpips. Combinando synthwave con rock industrial, y con una clara inspiración por el legendario Frank Klepacki, la música de Warpips es toda una carta de amor a la de los Command & Conquer. Aunque es necesario comprar el DLC del pack de apoyo para obtener el álbum de la banda sonora, por suerte la podremos encontrar entera en Youtube. Recomendamos encarecidamente que escuchéis algunos de los temas, aunque no tengáis pensado jugar a Warpips. No os arrepentiréis.
Los efectos sonoros son contundentes, y sobre todo claros. A la muerte de cada unidad vendrá acompañada de un sonido particular, por lo que podremos identificar qué unidad, nuestra o del enemigo, ha pasado a mejor vida solo por dicho sonido. Y por supuesto, las explosiones no se quedan atrás, formándose un coro cacofónico que retumbará en nuestros oídos. Huelga decir que el juego no está doblado, cosa lógica teniendo en cuenta el tipo de juego que es Warpips.
Conclusión
Warpips innova lo justo y necesario. Lo suficiente como para darle un buen lavado de cara y actualizar a los tiempos modernos un género cuya popularidad alcanzó su cima a principios de los 2000. Podríamos decir que la estrategia tipo tira-y-afloja solo existió por las limitaciones que tenía Flash en su época y lo complicado que era darle profundidad jugable a un juego de navegador. Puede que todo eso sea cierto. Pero lo que es innegable es que un equipo de tres personas (y un batería) ha logrado hacer con un presupuesto más que modesto un juego que no solo se alimenta de nuestra nostalgia, sino que la glorifica. Teniendo en cuenta eso, y su precio de salida (11,99€), estamos seguros de que estamos ante un imprescindible si, como nosotros hace ya casi dos décadas, pasasteis más horas de las debidas perdiendo el tiempo en clase de informática.
Banda sonora apoteósica
Jugabilidad sencilla, pero desafiante
Muy buena calidad/precio
Todo un viaje de nostalgia para aquellos que hayan probado el género en su día” negative_heading=”Lo malo” negatives=”Relativamente corto, aún siendo conscientes del precio
Puede resultar repetitivo a la larga
Sin multijugador”]