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Ashina: The Red Witch – Análisis Nintendo Switch

Stranga Games es conocida por haber creado varios RPG de terror como lo son Red Bow que fue lanzado en 2020 y My Big Sister, el celebrado título indie de 2018 y que con el reciente Ashina: The Red Witch, forman una trilogía y en el caso particular de este título, funciona de precuela de My Big Sister.

Inicialmente creado como un proyecto en Kickstarter, Ashina vio la luz en 2022 en Steam y finalmente llegó al resto de plataformas y Nintendo Switch a finales de este mes de agosto con algunas mejoras y cambios, así como con el añadido de textos en español, cosa que por ejemplo la versión de Steam no incluye.

Esta precuela nos lleva a los orígenes del universo creado por Stranga Games en el que descubriremos los secretos tras la historia de las hermanas protagonistas de sus juegos y que nos embarca en un viaje por el mundo espiritual lleno de criaturas extrañas y seres basados en la mitología japonesa llena de espíritus, fantasmas y demonios.

Si bien el juego ha rebajado su intensidad en cuanto a momentos de terror respecto a los juegos anteriores, el misterio y temática, si que podría considerarse no apta para cierto público.

Un medallón, un ladrón yokai, una bruja malvada y mucho misterio

Ash, nuestra protagonista, vive una monótona vida en la que el único aliciente y diversión viene por parte de su hermana Tena, que se toma más a broma su día a día y vida en general, pero todo toma un rumbo de lo más extraño cuando un ser se cuela en casa de Ash y altera su vida de una forma que marcará su destino y el de su hermana, para siempre.

El culpable de todo esto es Tanto, un pequeño “yôkai” (espíritu japonés) muy travieso y comilón (además de idiota, sinvergüenza, inútil y otras cosas que se autodenomina en cierto momento del juego), que ha robado el medallón de Roh, la madre de Ash, siendo este el único recuerdo que le queda para poder aferrarse a ella.

Pero esta visita no es ni más ni menos que la previa a una aventura que la llevará hasta Shiruta, que es la primera parada en el mundo de los espíritus y lugar donde comienza la búsqueda de Tanto, el medallón de su madre y ahora también de su hermana Tena, que ha sido raptada por una bruja con una intensa obsesión de venganza contra ambas hermanas.

A lo largo de los capítulos que tiene el juego, recorreremos distintas y variadas zonas del mundo de los espíritus y nos iremos encontrando con personajes de lo más variopinto en situaciones, a veces, de lo más extrañas.

El poder de la palabra y el buen hacer de un recadero espiritual

Como en todo juego RPG que se precie, sea cual sea su otro u otros géneros a los que pertenezca, el convertirnos en recaderos para los NPCs que pueblan su extenso mundo es algo tan esencial como que en un FIFA exista “hándicap”, así que en las cuatro o cinco horas que dura Ashina: The Red Witch, vamos a tener conversaciones, muchas, pero que muchas y muy extensas, en las que más que respuestas, obtendremos más preguntas y como no, encargos para poder seguir avanzando.

Pocas veces llevan a confusión y a la mínima que estemos atentos, todo transcurre de forma consecuente y sin salirse del guión, salvo en ciertos momentos que si tendremos un poco más de libertad o que dependiendo de una acción u otra, nos llevará a distintos finales, aunque todos y en mayor parte, funcionan como canon de cara a los hechos en My Big Sister.

Lo malo de este título no es saber donde conseguir este o aquel objeto, ni tampoco que uso darle, que como decimos, se da bastante masticado. El problema radica en la pérdida de tiempo, a veces extrema, que lleva el mirar puerta por puerta a donde ir o investigar opciones de diálogo o búsqueda en los mapas, como por ejemplo en las ciudades y barrios, que al final te encuentras con cuatro posibilidades disponibles y te das cuenta que has mirado en casi 100 lugares diferentes.

Algo similar sucede con las conversaciones, que muchas de ellas terminan por ser intrascendentes y no llevan a nada, ni tan siquiera son graciosas (como si otras tantas) o aportan algo a la historia, pero claro, de alguna forma hay que alargar el juego, porque realmente yendo al grano, si evitas la mayoría de visitas y conversaciones, el juego dura una hora y poco.

Apenas novedades y mejoras en su versión Switch

Como ya hemos comentado, las versiones de consola vienen con textos en español, aunque para ser sinceros contiene bastante errores esta traducción, principalmente a la hora de hablar sobre personajes masculinos o femeninos o en primera y tercera persona. Lamentablemente, sigue presente el tener que seleccionar el idioma cada vez que iniciamos el juego.

En lo que a jugabilidad respecta, hay ciertos cambios en los personajes con los que conversamos, algunos simplemente perdiendo la opción de diálogo que si tiene otro no muy lejano a la posición donde se encuentra el original.

También el control, al menos en Nintendo Switch, se hace un poco más tedioso respecto a la versión de Steam, pero igualmente esta pecaba de tener un control un tanto extraña. Esto causa que muchas veces si queremos entrar en algunas zonas o en una casa, nos toque varios intentos hasta poder encauzar a nuestros personajes. Y si, he dicho “nuestros”, porque en un momento dado dejaremos a nuestra adorable Ash, para movernos con Tanto, pero no “tanto” como nos hubiera gustado. (Perdón por el chiste malo, teníamos que hacerlo).

Apartado técnico

El juego sigue la estela de los anteriores títulos y mantiene su estética pixel-art al estilo “RPG-Maker”, reciclando gran parte de los escenarios y personajes ya vistos en My Big Sister y Red Bow. Pero si que se notan algunas mejoras en lo que respecta a ciertos personajes y diseños de entornos.

Las melodías van cambiando según cambiamos de zona y son acordes a la temática “espiritual” y mitológica japonesa. Algunas de ellas pueden saturar un poco, pero el resto son amenas al oído.

Conclusiones: Hay juegos que te hacen vivir una experiencia infernal y otros te elevan a los cielos, pero Ashina: The Red Witch literalmente nos lleva al purgatorio para encontrar respuestas que pueden no gustarnos y de paso por el camino, ayudar a que ciertos espíritus descansen en paz. No se trata del destino, si no del camino que recorremos hasta despedirnos. Jose Aguirre “Joshkerr”

7
von 10
2023-08-31T20:19:37+0200
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